El cyborg posee una característica de
híbrido, con dos tipos de componentes, naturales y artificiales, maquínicos y
humanos. La distancia entre estos dos polos se acortó a través de los últimos
años. La proliferación del hombre con la máquina y de la máquina con el hombre
es algo con lo que convivimos día a día.
Necesitamos actualizarnos, pero para
poder hacerlo necesitamos entender bien que estamos haciendo, donde estamos
operando y ser conscientes de que necesitamos llevar las construcciones de
nuevas herramientas hacia ese lugar, y no viceversa. Este es uno de los pasos a
dar, especular con que estas nuevas herramientas son posibilitadoras de dar
forma al mundo que construimos. Tenemos que encontrar un equilibrio entre las
posibilidades de la informática y la agenda de la arquitectura. Obviamente que ambas se están retroalimentando
constantemente y es justamente ese
pasaje de retroalimentación lo que hay que proliferar. Es ahí donde está el
cyborg. En la viscosa mezcla de la carne humana del arquitecto y los circuitos
cargados de las placas de las computadoras procesando información.
¿Qué estamos mirando cuando vemos la
pantalla en 3d del Rhino, el Maya,
etc.?¿Cómo puede ser que no nos preguntemos eso? La necesidad de tener en la
computadora la representación más intuitiva no es lo que más nos ayuda a
construir nuevas geometrías, y eso alimenta la fantasía de querer sacar las
cosas literalmente de la computadora.
Tenemos que canalizar gran parte de la
energía en ver cómo visualizamos esta información que posee la computadora,
cómo la representamos. Hay millones de maneras de poner esos datos frente a
nosotros, pero mientras no nos metamos dentro de estos procesos, va a ser la
computadora la que nos diga de qué manera ver las cosas. Por eso el cyborg,
porque reconoce su parte computadora, pero también reconoce su parte humana,
entre los dos se potencian, no se condicionan.
Por estas razones el arquitecto cyborg
es un artesano digital. Está directamente involucrado con lo que está haciendo
en el momento de hacerlo, piensa mientras hace, en el proceso de producción
están integrados el pensar y el sentir. El software tiene que permitirnos
problematizar, y no ocultar problemas. Es una habilidad a desarrollar, y esta
todavía no está del todo determinada. La mano sigue pensando cuando dibuja,
pero aprende a dibujar programando, tiene que aprender otras técnicas y que
tener otra relación con la cabeza. La tecnología ya nos deja hacer muchas
cosas, el asunto en este punto es que podemos hacer nosotros con ella, de qué
manera podemos hacer que el pensamiento arquitectónico se entrelace con estas
posibilidades. Hacer que nuestro cuerpo tenga una relación directa con esta
técnica y de ahí emerja el trabajo y sus capacidades.
Síntesis del texto ''El arquitecto cyborg'' de Pedro
Magnasco – Revista Circular #01
No hay comentarios:
Publicar un comentario